Geishos, ellas pagan por sexo de lujo
Su compañía se valora con tarifas astronómicas, pero "ser reina por una noche tiene su precio".
Una música de empalagosos acordes emerge desde la negra puerta del Player's Club Dios.
Al entrar al local los sillones de cuero negro y las sofisticadas lámparas completan un entorno íntimo en el que chicos y chicas ríen alegres al ritmo del tintineo de los whiskies. Parece un lugar de fiesta más entre tantos lugares de ocio de la ciudad de Tokio. Pero algo llama la atención. En torno a cada mesa solo hay una estupenda mujer rodeada de ocho impecables chicos trajeados a la última. Reverencias, palabras encantadoras;ellos son los hosts, los chicos de compañía en versión japonesa.
Al entrar al local los sillones de cuero negro y las sofisticadas lámparas completan un entorno íntimo en el que chicos y chicas ríen alegres al ritmo del tintineo de los whiskies. Parece un lugar de fiesta más entre tantos lugares de ocio de la ciudad de Tokio. Pero algo llama la atención. En torno a cada mesa solo hay una estupenda mujer rodeada de ocho impecables chicos trajeados a la última. Reverencias, palabras encantadoras;ellos son los hosts, los chicos de compañía en versión japonesa.
Las décadas en las que el papel de la mujer nipona era mera decoración han pasado a la historia. Aquí elegantes damas de alta clase social se dejan elevar al nivel de reinas gracias al cuidado de estos "chicos guapos", como les llaman en versión occidental. Cada descorche de una botella de champán ronda los 3.000 euros y una mujer puede llegar a gastarse en una noche 10.000 si no tiene un poco de mesura. Pero las clientas del local no tienen problemas económicos. Niñas ricas que solo quieren ser mimadas acuden cada noche en busca de su host favorito. Una especie de amor perfecto a la carta que las escucha, las alaba, las cuida y, ocasionalmente, les da sexo. A cambio ellas pagan cuentas de vértigo y cuidan a sus chicos con algún que otro regalo como un descapotable o un apartamento.
"Intentamos que el sexo tarde en llegar –comenta Keisuke, uno de los atractivos chicos del Club Dios– porque se trata de enamorar a la mujer, y si te consigue pronto su interés desaparece; queremos que pierdan la cabeza por nosotros". Ellos despliegan toda suerte de artes seductoras hacia sus clientas. "Si quisieran solo una copa no pagarían 3.000 euros por ella; y si desearan sexo se buscarían un gigoló. Sin embargo aquí les hacemos sentir nuestras princesas".
Y en efecto, así es. Kumiko, una bella mujer de unos 27 años, entra por la puerta, todos los hosts se ponen en pie y corean su nombre. La invitan a sentarse entre halagadoras reverencias y comienzan a desplegar sus mil y un encantos mientras llega su "chico" elegido. Cada mujer escoge el suyo, que ya lo será para siempre en ese local. El primer día, en una pantalla electrónica le irán pasando fotos de todos ellos, con sus aficiones y características. Luego estos artistas del enamoramiento desfilarán a su alrededor, charlarán y le dejarán sus tarjetas. La próxima vez que venga ya tendrá asignado a su favorito para que la colme de atenciones.
Dependiendo del caché que el host tenga, el precio aumenta. El número uno es un tipo capaz de hacer sentir como una reina a cualquier mujer del planeta. A cambio, sus honorarios rondan los 10.000 euros al mes.
Dependiendo del caché que el host tenga, el precio aumenta. El número uno es un tipo capaz de hacer sentir como una reina a cualquier mujer del planeta. A cambio, sus honorarios rondan los 10.000 euros al mes.
No hay comentarios:
Publicar un comentario