Gadgets históricos: Polaroid
La leyenda que asegura que las fotografías se comen parte del alma de los retratados, tiene con la Polaroid un reverso luminoso: quien sea capturado con esta cámara, conseguirá que su alma se embellezca.
No falla. Cualquier imagen tomada con una Polaroid tiene una calidez y un aura, que las hace únicas. Cualquier objeto soso se convierte en una pieza misteriosa por obra y gracia de la óptica imperfecta de este cacharro. Todos salimos más guapos, más estilosos y más interesantes en ellas. Dorian Gray guardaría una pola en el armario. Eso está claro.
La compañía estadounidense Polaroid inventó la fotografía instantánea en 1947. El primer modelo era capaz de positivar y revelar una foto en apenas 60 segundos. Ni que decir tiene que el mundo se quedó maravillado ante la magia del invento. En las siguientes décadas, los modelos de Polaroid se sucedieron con bastante éxito. Pero la consagración como icono pop no llegaría hasta los años 70, con la aparición de la SX70. Se convirtió en la cámara favorita de Andy Warhol, con la que retrató a toda los protagonistas culturales de la época, desde Lennon, hasta las modernas de la New Wave (Debby Harry de Blondie) pasando por estrellas del deporte, como Pelé o el golfista Jack Nicklaus.
Con esta serie de fotografías instantáneas con colores saturados, luces extrañas y aleatorias, que conseguían prendar a la imagen con un no se qué, Warhol elevó a la categoría de máquina de crear arte a un cacharro que hasta ese momento no era más que un juguete.
En los 80, las Polaroids eran los gadgets molones por antonomasia. No faltaban a ninguna fiesta, ya fuera en un garito infecto, un cumpleaños infantil o en una cena de empresa. Todo el mundo las odoraba. Todos, excepto los directivos de Polaroid, que se empeñaron en destruir su reinado creando cámaras desechables de lo más soso, y descuidando a la reina de su casa durante los 90.
Con el cambio de siglo, y la democratización de la fotografía digital, el maltrato aumentó. El cenit llegó en 2008, cuando la empresa anunció que ya no se iba a fabricar más papel para la cámara. Una decisión absurda en plena era de los hipsters y modernos, que pierden la cabeza fotografiando hasta el más mínimo detalle de su vida, y si es con una Polaroid, mejor. La empresa solo tardó un par de años en replantearse su determinación y sacó al mercado un nuevo modelo y volvió a vender papel.
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