martes, 7 de febrero de 2012

CuR!oSiDaDeS*

El beso científicamente 

perfecto

Os enseñamos los seis factores clave a tener en cuenta para que quieran repetir.






"Los vasos sanguíneos se dilatan, el cerebro se llena de oxígeno, y nuestra respiración se vuelve errática y se acelera, nuestras mejillas arden, el pulso se desboca, nuestras pupilas se dilatan, los niveles de dopamina, serotonina, noradrenalina,  oxitocina y adrenalina tiene un pico, dejando nuestros cuerpos inundados de un baño químico". 
Esta descripción no corresponde ni a los efectos de ninguna droga, ni a la reacción bioquímica.  Es la detallada explicación de lo que ocurre en el cuerpo humano cuando da y recibe un beso. Pero no un beso cualquiera, ni el que se da a un familiar, ni el que se recibe por compasión ni siquiera el que se da en un tugurio a altas horas. Hablamos del Beso Perfecto.  

El Beso Perfecto es el objeto de estudio de Sheril Kirshenbaum, una investigadora que se ha hecho famosa por un libro llamado 'La ciencia del beso', en el que se puede encontrar la cita con la que hemos empezado, y que explica empírica y neurológicamente cómo debe ser el ósculo insuperable. Y para llegar a él no es cuestión de técnica, ni de bigotillos hipster que hagan cosquillas ni de colutorios para tener un aliento exótico. Lo fundamental es crear un ambiente propicio y lo demás viene rodado. Resumimos las explicaciones de Kirshenbaum en seis puntos.  

1. Conocerse bien antes del primer beso

Si existe un vínculo previo antes de que los labios se junten, es probable que la oxitocina corra libre y en abundancia por la sangre de los dos. Esta hormona, que se libera en el cuerpo de las mujeres después del parto, es fundamental a la hora de crear vínculos con el bebé o con otra persona. Además, genera una sensación subjetiva de placer intenso, incrementa la sensación de pertenencia (a una pareja, a una familia...) y la seguridad en uno mismo. Toda esta mezcla de emociones hará que el beso, aunque no sea técnicamente muy bueno, nos haga tocar el cielo. 

2. Labios pintados, por favor
Según el libro de Kirshenbaum, los labios de color rosa y bien marcados son una señal de altos niveles de estrógeno y una mayor fertilidad, por lo que nuestro lado más primitivo (ese que quiere tener prole a toda costa) se sentirá atraído por ellos. Cuanta mayor sea la atracción, mayor será el placer. 

3. Anticipando, que es gerundio
Cuando nos imaginamos una situación placentera, cual quinceañeros, estamos segregando dopamina a espuertas, un neurotransmisor relacionado con el placer y con la motivación. Así que cuánto más anticipemos cómo será la situación, más placentera será la ensoñación y el momento real, porque cuánto más cerca esté ese momento soñado, más dopamina tendremos funcionando bajo nuestras meninges. 

4. Mantente sobrio
Y no sólo para no decir tonterías ni para babear cual monstruo lovecraftiano a tu aterrorizada pareja. El alcohol nubla nuestro juicio y resta placer al cóctel de neurotransmisores que estamos a punto de disfrutar. 

5. La higiene lo es todo
No hace falta explicar por qué. Bueno, sí, pero con una explicación que seguro que no conocías: las mujeres tienen un sentido del olfato mucho más desarrollado que los hombres. Para ellas un olor fuerte o desagradable es mucho más horrible que para nosotros. Así que una correcta higiene bucal y un aliento fresquísimo es de lo más recomendable. 

6. Comodidad
El beso perfecto depende muchísimo de la situación. Si nuestra pareja está cómoda, todo va a ir sobre ruedas. Una persona estresada o ansiosa tendrá unos niveles elevados de cortisol en sangre, una sustancia que impedirá la liberación de dopamina y oxitocina, quitándole todo el placer al beso. Cuanto más seguridad, comodidad y confianza, mejor experiencia.

FUENTE: REVISTAGQ.COM

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